Juana Ciesler trabaja con palabras que no están dispuestas a trabajar en las condiciones que otros les ponemos. Eso demuestra la validez de su oficio, el esplendor de su arte. Una alquilia que tretende pasar por orfebrería. El juego que Juana Ciesler nos propone es un juego serio, alto, extremo. Y los riesgos son muchos. Porque en la enumeración parcial que el poeta puede hacer, Juana Ciesler intercala cada tanto un interrogante atractivo y atrevido, celosamente emboscado treas una de las figuras del elenco que exclaman o callan "quiero pertenecer". Ese interrogante no impone su curiosidad para afirmar la identidad de la poeta sino para desarmarla. De este modo que son las esquilas de identidad las que acechan en cada una de las palabras elegidas, en cada una de las palabras trabajadas que trabajan para ahondar y hacer más bello el misterio.
Juana Ciesler trabaja con palabras que no están dispuestas a trabajar en las condiciones que otros les ponemos. Eso demuestra la validez de su oficio, el esplendor de su arte. Una alquilia que tretende pasar por orfebrería. El juego que Juana Ciesler nos propone es un juego serio, alto, extremo. Y los riesgos son muchos. Porque en la enumeración parcial que el poeta puede hacer, Juana Ciesler intercala cada tanto un interrogante atractivo y atrevido, celosamente emboscado treas una de las figuras del elenco que exclaman o callan "quiero pertenecer". Ese interrogante no impone su curiosidad para afirmar la identidad de la poeta sino para desarmarla. De este modo que son las esquilas de identidad las que acechan en cada una de las palabras elegidas, en cada una de las palabras trabajadas que trabajan para ahondar y hacer más bello el misterio.